lunes, 13 de marzo de 2017
Vivir en...
La ciudad del monasterio, emblema de Sant Cugat del Valles

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Enigmático, hermoso y monumental. El Monasterio de Sant Cugat del Vallés es, sin duda, uno de los principales reclamos turísticos del municipio y todo un orgullo para los vecinos de la zona. Un lugar que esconde además una interesante historia que merece la pena descubrir…Según las crónicas locales, en sus tierras habitaban hace siglos algunos de los primeros romanos que llegaron a Cataluña. De hecho en su misma ubicación, se encontraba una fortificación romana o Castrum Octavianum que cumplía a la perfección su papel como campamento militar. Para su fundación debemos remontarnos al siglo IX, cuando el Monasterio de Sant Cugat del Vallés empezó a ser ya una realidad y que, doce siglos después, sigue siendo sin duda uno de los edificios más importantes del Vallés Occidental.Sant Cugat del Vallés es conocida como “La ciudad del Monasterio”. Un enorme templo de estilo románico y gótico que tuvo sus orígenes al unir una diminuta basílica paleocristiana del siglo V donde a sus alrededores ya existía una pequeña comunidad de monjes, con una fortificación existente aledaña. Según la documentación existente, se tiene constancia de que el Monasterio de Sant Cugat ya existía al menos en el año 877 tal y como lo conocemos en la actualidad, cuando el propio emperador carolingio Carlos el Calvo confirmó los bienes del monasterio. En 878, su sucesor Luis II lo colocó bajo el dominio de los obispos de Barcelona y hasta 973, quince abades lo dirigieron.Su poder fue inmenso así como sus dominios, por lo que atrajo a una multitud de fieles y mendigos en busca de trabajo a cambio de comida o dinero alcanzo su máximo esplendor bien entrado el siglo X donde la importancia del monasterio empieza a ser notable. Las posesiones pertenecientes a él llegaron desde la zona del Penedés hasta la del Montseny siendo los años del abad Odón los más esplendorosos de su historia comportándose incluso como un auténtico señor feudal, religioso y guerrero a la vez.  A su muerte, llegaron los problemas para el Monasterio de Sant Cugat del Vallés y es que la nobleza feudal se sentía amenazada por sus tierras y campos, algo que obligó al Monasterio a vender parte de estos.Durante los siglos XI y XIII, diferentes abades pero de linajes de alta y mediana nobleza se dedicaron a regir el presente y futuro del Monasterio, ubicado en tierras tan fértiles como las del Vallès que, sin duda, ayudaron a hacer de este un monasterio rico y en constante crecimiento durante épocas. Aparte de la proximidad a la ciudad de Barcelona, ya por aquel entonces de gran importancia social, económica y cultural colaborando además a participar en la expansión territorial del condado de Barcelona. A mediados de siglo XII se iniciaron las obras de construcción de un nuevo monasterio. Y de esta época también son las galerías bajas del claustro además de la parte románica de la iglesia. Mientras que a lo largo del siglo XIII se fue ampliando la iglesia existente en una obra que se prolongó en el tiempo hasta el año 1337.Ya en la época de Jaime I se mantuvieron las buenas relaciones del monasterio con la casa condal mediante algunos privilegios con la intención era la de convertir el monasterio en contrapoder al obispo y la sede de Barcelona. Hasta el año 1350 no se iniciaron las obras de fortificación que podemos ver ni tampoco algunas torres de guardia o el acueducto para el abastecimiento del agua, que aún hoy se preserva como el puente de Can Vernet. Sin embargo, el final de este siglo significó el declive del Monasterio de Sant Cugat del Vallés coincidiendo en un momento histórico donde los abades pasaron a ser nombrados por el papa o los reyes y no por la comunidad como hasta entonces.En el siglo XV se construyeron las galerías superiores del claustro, el pórtico que lo precede y las partes superiores del campanario y posteriormente en el siglo XVIII se reformó el palacio abacial en el que se dispuso una nueva sala capitular. Poco a poco la comunidad de monjes se fue reduciendo marcando el año 1835 un punto de inflexión en su historia. Aquel año, los monjes abandonaron el monasterio y todo su rico tesoro documental y artístico que se perdió en gran parte. La causa no fue otra que la ley de desamortización que obligaba a las órdenes religiosas a abandonar las pertenencias que poseían. Desde 1844 hasta 1931, el Monasterio de Sant Cugat del Vallés fue utilizado como escuela pública, más tarde también como improvisado cuartel e incluso como ayuntamiento. Y diferentes elementos arquitectónicos del mismo fueron repartidos, vendidos o literalmente robados. En 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico y se iniciaron obras de restauración, interrumpidas por la Guerra Civil, y retomadas en 1941. Del 1968 al 1972 la facultad de Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona se instaló en el claustro y en los edificios anejos hasta que en la década de los 80, se dispuso que el Monasterio de Sant Cugat del Vallés cumpliera su función actual: un lugar de interés y obligada visita en este municipio.

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